Queridos Docentes, que nuestros alumnos vean en nosotros intenso afán
en pro de su verdadero bien, de un porvenir mejor para ellos; vean que somos
puntuales, y aprenderán a serlo; que vean en nosotros diligencia, amabilidad,
mucha educación, seriedad – nada de liviandades – actividad solícita, junto
con dulzura; eficacia, trabajo; que vean que estudiamos, y estudiarán.
¡Si ven que Ustedes, son religiosos y piadosos, cuánto aprenderán a
serlos ellos!
¡Si el profesor no se hace esperar, da ejemplo de precisa diligencia
a sus alumnos! ¡Si ven que prepara las clases, que siempre está preparado,
ellos, a su vez, no perderán tiempo!
¿Quién es el que construye, crea, la escuela?
¡El Maestro! ¿quién forma a los alumnos? ¡El ejemplo del maestro! ¿de
quién dependen los resultados de la escuela? En gran medida del maestro. Los
jóvenes se fijan más en el ejemplo del profesor, que en sus palabras: es
siempre cierto aquello de “las palabras influyen, pero los ejemplos
arrastran”
Aprovechar toda ocasión para que la instrucción
esté al servicio de la educación y perfeccionamiento moral, para formar al
joven en una sólida conciencia católica, educando y reforzando lo mejor del
hombre, la voluntad, sede de la virtud.
¡No les encomiendo las máquinas; les encomiendo las almas de los
niños y jóvenes, su formación moral, católica e intelectual. Cultiven su
espíritu y su mente, eduquen su corazón!
Les costará trabajo, fracasos y sufrimientos, pero vuelvan sus ojos a
Cristo y reflexionen que trabajan para Él y con Él, y por la Iglesia; y de
Dios recibirán la recompensa. Por otra parte, la misma sabiduría de los
hombres enseñan que los más hondos sufrimientos redundan en las alegrías
interiores más nobles; pues así como sin agua no reverdece la tierra, del
mismo modo, un alma sin lágrimas no florece a los ojos de Dios.
Don Orione
|
lunes, 25 de junio de 2012
Carta de Don Orione a los Docentes
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario